martes, 24 de junio de 2008

Buenos Aires, te quiero como sos

Bs. As., Capital Federal, C.A.B.A, Baires, "La París de Latinoamérica", "La Reina del Plata", "Cabeza de Goliat"...

Mi Buenos Aires querido...

Entre la Avenida General Paz, el Río de la Plata y el Riachuelo, el mundo cambia sus reglas y la lógica pierde su lugar en el pedestal de la mente humana para darle lugar a la espontaneidad y a lo inesperado, al caos que inunda las calles. Contradicciones y extremos, distintas realidades se pasean por sus cien barrios porteños y se entremezclan, se combinan, se funden para lograr esa solución tan densa que es Buenos Aires. Opulencia y miseria, entre otros tantos aspectos de la vida, se fusionan en pocos metros cuadrados. Tenemos que, por ejemplo, en el barrio más aislado de la Ciudad (lo que muy a su pesar no lo hace menos porteño), cuyos accesos, irónicamente, son especies de puentes y que bien podría ser comparado con una burbuja, pudimos ver en la misma foto, para el espanto de más de uno de sus vecinos, niños hambrientos en un comedor en primer plano y de fondo los edificios más representativos del poder económico en Argentina.

Buenos Aires además nos tiene a los porteños. Tipos raros si los hay. No se te ocurra llevarnos la contra porque te habrás ganado al peor de tus enemigos. Decinos que sí, y te habrás ganado un amigo de hierro. Gente que puede ser arrogante un día y que al siguiente puede estar sumida en la peor de las depresiones adjudicándole todo el mal que lo agobia a su mismo ser, es decir, a todo aquello que lo enorgullecía el día anterior. No es en vano el tango la danza y la voz de la Ciudad. Esa melancolía típica del arrabal va a atacar a cualquier porteño que se precie de tal en algún momento de su vida o durante toda su vida. Pero el porteño siempre conserva una chispa. Y en nuestra miseria, en el caos de nuestro diario vivir, nos arreglamos, inventamos una solución.

La mayoría descendientes de inmigrantes tanos, gallegos, rusos, turcos, alemanes, polacos y un largo etc. Heredamos muchas cosas de aquellos que construyeron la ciudad con su llegada. La Boca, manjares, nuestra particular acento, construcciones típicas. Muchas veces comparada con París, queriendo ser ella. A veces (demasiadas veces) olvidándose de lo que en verdad es. Creyendo erróneamente, en su inducido complejo de inferioridad, que aquello es mejor que esto. Y aún así, tratando de ocultar ese complejo, orgullosa como ninguna. Como todo buen Narciso, nadie como yo.

Buenos Aires agoniza de día sí, pero revive de noche. La ciudad con mayor cantidad de teatros de Latinoamérica, incontables salas de cine. Y ahora incluso sus museos abiertos hasta la madrugada. Boliches y bares a montones activos toda la noche para el alegre descontrol de las porteñas y los porteños y todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires, noche, tango, magia, fútol. Un porteño puede sin dudas plantear un paralelismo entre el fútbol y cualquier aspecto de su vida. De hecho a diario gambeteamos a la mismisima muerte...

Yo te quiero mi Buenos Aires querido aunque hayas votado a Macri. Te quiero por más que cuando los estudiantes, futuro de nuestra ciudad, piden tu ayuda vos mires a un costado o incluso les arrojes huevos y agua desde tus balcones pero que cuando te seduce un buen fajo de verdes caés en primera instancia a sus pies incluso, sin darte cuenta, dando tu vida por él. Te quiero por la rebeldía que más allá de cierta inocencia, existe todavía en tus entrañas.

Buenos Aires sos lo mejor y lo peor de nosotros. Por eso no entiendo a aquellos que se llaman porteños pero que dicen odiarte... No entienden los pobres infelices que se están odiando a ellos mismos. A mí me gustaría conocer el mundo entero, sólo para confirmar una y otra vez lo que ya sé: que no hay lugar como vos.

Ahí nací. Las Heras y Talcahuano. Y si un día para mi mal viene a buscarme la parca, que sea acá que me encuentre. Y si el Mar Argentino quiso que ella yazga bajo las aguas antes del límite de mi existencia, que cuando esto llegue lo que quede de mi se hunda con ella. Ahí pasé los mejores cinco años de lo que va de mi vida, más precisamente en M. T. de Alvear 1851. En esta ciudad pienso realizarme como profesional. Acá pienso enamorarme. Acá pienso morir, pero más que nada... acá quiero vivir.

A continuación una canción de Sabina y Fito Páez, dos Enemigos Íntimos que para no ser porteños, lo hacen bastante bien (:P) :

Buenos Aires

En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
En Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Y Buenos Aires es un bicho que camina,
ensortijado entre los sueños y la confusión.
En Buenos Aires descubrí que el día

hace la guerra, la noche el amor.
En Buenos Aires leo, fumo, toco el piano

y me emborracho solo en una habitación.

En Buenos Aires casi todo ya ha pasado

de generación en degeneración.

Y Buenos Aires come todo lo que encuentra

como todo buen Narciso, nadie como yo.

Pero el espejo le devuelve una mirada
de misterio, de terror y de fascinación.

Buenos Aires, buenos aires,
buenos aires para vos.
En Buenos Aires toca Charly en un biloche

planetario, es alto y voluptuoso.
En Buenos Aires llega un punto en que ya nada
vale nada y todo vale nada.

En Buenos Aires nos acechan los fantasmas

del pasado y cada tango es una confesión.

Cuando en el mundo ya no quede nada,

en Buenos Aires la imaginación.

Es una playa macedónica tan cierta

y tan absurda viven Borges, Dios y el rock and roll.

En Buenos Aires viven muertos, muertos viven
y no quiero más tanta resignación.

Yo quiero un barrio bien canalla, bien sutil

y bien despierto, supersexy,

quiero una oración
que nos ayude a descorrer el velo

y que termine la desolación.
Buenos Aires, malos tiempos

para hacerte una canción.
En Buenos Aires los amigos acarician

y los enemigos tiran a matar.
En Buenos Aires, San Martín y Santa Evita

montan una agencia de publicidad.

En Buenos Aires, la política… que falta

de respeto, que atropello a la razón.
En Buenos Aires, el fantasma de la ópera

camina solo por Constitución.

En Buenos Aires tengo más de lo que quiero

pero lo que quiero nadie me lo da.

En Buenos Aires hay un Falcon pesadilla

en el museo de cera de la atrocidad.

En Buenos Aires falta guita pero sobran
corazones condenados a latir.

En Buenos Aires amanezco, resucito,
me defiendo a gritos, quiero ser feliz.

En Buenos Aires cuando hablamos de la luna

solo hay una: la del Luna Park.
En Buenos Aires he perdido mil batallas

pero hay una guerra que pienso ganar.

Buenos Aires.

En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,

en la esquina, inventan una solución.

(cuando en el mundo ya no quede nada)
en Buenos Aires todo vuela, la alegría,

la anarquía, la bondad, la desesperación.

Todas las noches sale el sol

todos los días vuelve el sol.